El destino de los hombres está inscrito en los astros y se reabsorbe en ellos, pero quien ha fijado su vida en Dios escapa a las alternativas del des-tino (sin tino).
El éxito aísla al hombre de sus compañeros terrestres. El fracaso le devuelve a la masa común, no obstante, quien alcanza a Dios nunca está solo.
LC