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Y así viven tanto el individuo como el todo.
Vuelve ahora, oh amada, la mirada al abigarrado hormigueo
que mueve al espíritu que no se conturba más.
Toda planta te proclama ahora leyes eternas.
Toda flor te habla más y más claro.
Pero descifra aqui las sagradas leyes de la diosa,
vislúmbralas por todas partes, incluso con acompañamiento distinto;
la oruga que se arrastra titubeante, la mariposa apresurada,
¡Cambie el hombre mismo de un modo flexible su forma determinada!
¡Oh, piensa cómo el germen del primer conocimiento
poco a poco brota en nosotros la buena costumbre,
la amistad se descubre en nuestro interior poderosamente,
y cómo el amor finalmente produce flores y frutos!
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(fragmento del poema que Goethe escribió a su bienamada Christiane Vulpius)
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