20 de agosto de 2009

A La Cultivada



Mañana cumpliría 95 años mi padrino y abuelo Carlos. Era dulce, sonriente, cultivado y discreto. Me enseñó las primeras palabras en frances. Me cantaba al oido "la niña de fuego" de Caracol. Tenía que ser secreto porque a mi abuela no le gustaba que tatareara musicas de hombres "mareados de vino".
El día que nos despedíamos me dijo que aprendiera a controlar mi fuego y que lo dirigiera alto. Ese verano murió ciego y según mi abuela, mirando al mar.
Eran una pareja deliciosa. No necesitaban trabajar para sobrevivir pero se dedicaban a dar Amor de mil maneras, generosamente y sin descanso. Ella era una experta en la cocina de sabor y él bohemio y melómano.
La finca de los olivos de la cultivada es una herencia de ellos y a ellos se debe su nombre. Igual que La Cultivada inspirada en su amor a la vida.

En un sueño los vi descansando merecidamente, en un lugar repleto de Luz, de Risa y de Agua.

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