12 de enero de 2012

La claridad del Oasis

Cuando le contemplemos maravillados ¿Qué podremos pedirle sino Él, nada más que Él y siempre Él?En el estudio asiduo de los libros sagrados se encuentra el potente despertar de la gracia y el amor del Señor y por la práctica de las obras santas es como se manifiesta en el mundo. Así y recordando una conversación mantenida hace poco con la amiga Marta, me viene a la memoria lo que decía Santa Teresa "con los pies en la tierra y los ojos en el cielo". Por esta visión desnuda y por su "desapego inhumano" el santo ha sido siempre censurado y motivo de escándalo entre sus allegados y para todos los que permanecían sometidos a las apariencias.

Si el estudio o conocimiento intelectual no desemboca en Amor (Unidad) y en la posesión transformante del Amigo es tan ilusorio como el reflejo de las luna en un vaso de agua agitada. ¿De qué nos sirven maravillosos trabajos si no incorporamos el esplendor de la vida santificada? ¿De qué sirven los discursos sobre la Luz de Dios si no la vemos ni la comemos?

La potencia de Dios se concede a quien ha renunciado a toda demostración, a toda competición, a toda aprobación y a toda venganza, esto es, a quien ha renunciado a sí mismo.


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